Michael Robinson nos enamoró hablando mejor español que tú. Antes, fue campeón de Europa
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El Real Madrid presentó a un futbolista inglés y en su primera alocución hubo una grata sorpresa: habló en un más que correcto español, a la vez que fluido.
Trent Alexander-Arnold ha llegado a España procedente del Liverpool y con una Copa de Europa en su currículum. Su manejo del castellano sorprendió porque hace un lustro que no escuchamos uno con ese claro trasfondo británico: la fecha del fallecimiento de Michael Robinson. Un tiempo en el que se le ha echado de menos, por eso conviene recordar su figura, tanto en los platós de televisión como en el césped.
Robinson fue mucho más que el hombre que se coló en los hogares de los españoles durante tres décadas para contar el fútbol. El Inglés, como lo llamaban sus compañeros, llegó a España en enero de 1987 para jugar en Osasuna. Lo hizo tras haberse proclamado campeón de Europa tres años antes con el Liverpool y con un claro desconocimiento de la geografía española. Por más que buscaba Osasuna en el mapa, no había forma de encontrar esa ciudad.
Su aterrizaje en Pamplona estuvo precedido por unas recurrentes lesiones de rodilla. Aquello, sin embargo, no fue impedimento para que llegara con la etiqueta de estrella. A esas alturas de su carrera, tenía un lema personal: Good, better, best.
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Javier Castañeda era el capitán de Osasuna cuando ficharon a Robinson. Habla del desembarco de Michael en El Confidencial: "Me enteré de que llegaba procedente del Liverpool, pero no lo conocía. Mi primera reacción fue pensar que estaría lesionado, porque era imposible que llegara a Osasuna por el dinero. El fichaje me extrañó, pero se acopló bien al equipo y viceversa. No era un jugador difícil de llevar".
"Necesitábamos un delantero y se convirtió en un jugador importante para nosotros. Teníamos informes de él y vimos algunos partidos. El fichaje fue un éxito porque era un clásico líder que predicaba con el ejemplo. Michael tenía una manera de ser y de jugar que contagiaba. No era un jugador de técnica depurada, sí de entrega total", resume Pedro Mari Zabalza, el entrenador de aquel Osasuna, en conversación con este periódico.
Robinson jamás se sintió Diego Armando Maradona o Leo Messi en un terreno de juego, un espacio en el que se consideraba un jugador aseado y luchador, a pesar de las vicisitudes sufridas con sus rodillas, pero nadie sonreía como él. "Michael ganó una Copa de Europa, pero hacerlo en penaltis le dejó esa espinita. Ni en eso podía luchar contra su sentido de la perfección. Era muy autoexigente, además de un buen cabeceador y un delantero astuto en el área", sostiene Jesús Ruiz Mantilla, su biógrafo.
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Siempre hizo gala de una curiosidad infinita, ya fuera para impregnarse de la cultura o para otros asuntos. "Teníamos una relación muy buena. Recuerdo que cuando llegó me preguntó quién mandaba en el vestuario y le dije que, si quería, podía mandar él. Me respondió asustado que no. 'No te preocupes, Michael, te vas a dar cuenta', le sugerí", explica Casteñeda. El Inglés no era un jugador más.
El cenit del fútbol español llegó con el tiki-taka y la invariable apuesta por la posesión. Pero antes, cuando éramos los mejores y no ganábamos nunca, la furia era el sello de identidad. Robinson llegó de la Premier League, donde se entrenaba mucho con el balón, mientras que los entrenamientos en España eran muy físicos. "¿Esto es un equipo de fútbol o de atletismo?", preguntó Michael en su primera pretemporada.
Su relación con España fue un amor a primera vista, casi como le ocurrió a Ernest Hemingway. Su lucha y entrega en el campo encajaron a la perfección con la idiosincrasia de Osasuna, hasta el punto de convertirse en uno de los líderes del equipo y de dejar huella. Para lograrlo, se limitó a cumplir a rajatabla una de las enseñanzas de su padre: "Si eres noble, te lo reconocerán".
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El Sadar siempre le mostró su reconocimiento, pero dijo adiós al fútbol cuando los problemas de rodilla hicieron insostenible su presencia en el césped. Robinson, fiel a sus principios, renunció al salario que le quedaba y regresó al Reino Unido durante unos meses. Pero España ya le había atravesado el corazón y volvió.
"Su amor por España es el mismo que le tiene cualquier inglés, más aún si es del norte. Le encantó la gracia de la gente, el cariño, el sentido de comunidad, el vino, la comida… El país no dejaba de sorprenderle. No hay nada más distinto del Reino Unido que España. Esa diferencia era lo que le atraía", argumenta Ruiz Mantilla.
Habla Castañeda: "La mentalidad abierta de los españoles le encantó. Se adaptó con gran facilidad porque la gente, la comida, el ambiente… le gustó. El idioma lo empezó a aprender a partir de los tacos, que no sabía ni lo que significaban. Cuando lo aprendió, Sammy Lee [el otro extranjero de Osasuna] decía que no lo entendía en inglés, que no sabía qué inglés hablaba".
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Robinson incumplía el estereotipo manido de la incultura de los futbolistas. Para sostener esa opinión, habría que conocerlos a todos, como Winston Churchill dijo antes de opinar de los franceses. De hecho, Michael siempre fue un voraz lector de periódicos y un tipo interesado por la cultura. Su afición por El País y por The Guardian lo acompañó hasta su deceso.
Esos gustos ligaron su futuro a la televisión. Aunque su imagen siempre haya estado ligada a Canal Plus, sus inicios en el mundo televisivo en España fueron en TVE como comentarista del Mundial de 1990.
Paco Grande, célebre reportero de TVE, había hecho relación con Robinson tras entrevistarlo en algunas ocasiones y le propuso a José Ángel de la Casa que lo ficharan para comentar partidos. La propuesta fue elevada a Julio Bernárdez, entonces jefe de Deportes de la cadena pública.
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Hablamos con Bernárdez sobre aquel fichaje.
PREGUNTA. ¿Cómo se fraguó su incorporación?
RESPUESTA. Buscábamos especialistas de los equipos que jugaban el Mundial de Italia 90. Paco Grande lo propuso e hizo tándem con Luis Fernández. Fue una gran dupla marcada por una triste historia: ambos fallecieron tras enfermar del mismo cáncer.
P. ¿Qué tal en las distancias cortas?
R. Me gustó su perfil porque era un tipo divertidísimo. Contaba anécdotas de sus primeros días en los que no sabía español y cómo lo aprendió en Pamplona. Era un señor y una persona fantástica.
P. Fue un fichaje fácil entonces.
R. Sí. En esas primeras conversaciones no hablamos exclusivamente de fútbol. Si yo no hubiera hablado con él de más cosas, igual no lo habría fichado. Fue lo contrario a lo que me pasó con Javier Clemente.
P. ¿El qué?
R. Que iba a ser uno de los comentaristas, pero entró en mi despacho diciéndome: "Me vas a contratar y al precio que yo diga". Cuando vi aquello, le expliqué que no iba a comentar el Mundial. Robinson, en cambio, era un señor y un tipo fabuloso. La diferencia fue enorme.
P. Su etapa en TVE, sin embargo, fue corta.
R. La televisión siempre es un ir y venir. Canal Plus consiguió los derechos de la Liga y lo ficharon a golpe de talonario. Se trataba de unos niveles de gasto a los que no puede ni debe llegar una televisión pública.
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Su nueva etapa laboral en la televisión no pilló por sorpresa a sus excompañeros. "Era un showman y esperábamos esa forma de hacer televisión. Algo tenía, porque no cualquiera juega en el Liverpool y luego tiene esa facilidad para adaptarse a otro mundo que no era el suyo. En la tele aportaba el mismo gen ganador que en el campo", señala Castañeda.
Zabalza sostiene que Robinson "triunfó en la televisión como el fútbol" y que "se le daba bien todo". Sus inicios en la tele lo llevaron a un intento de perfeccionar el idioma, pero Alfredo Relaño, jefe de Deportes de Canal Plus, le dijo que se olvidara de eso. Michael, en realidad, enganchaba por su manera de expresarse en español con ese acento british tan castizo.
"Hablaba español mejor que nadie. La gente reparaba en el acento que tenía, pero hay que resaltar su gran vocabulario y su variedad espectacular por la atención que mostraba. Aunque se consideraba británico, era un español puro", aclara Ruiz Mantilla.
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Esa forma de hablar lo llevó a tener su propio programa, Informe Robinson [que todavía perdura en Movistar], además de a revolucionar la televisión con El Día Después. Habla Ruiz Mantilla: "Michael era un cruzado contra el lugar común y el deporte es un terreno así. Él se convirtió en un hombre original que rompió los parámetros con gracia. Con sus programas logró una radiografía sociológica espectacular".
Su paso por televisión lo convirtieron en un revolucionario, por más que él se hiciera de menos. Esa etapa es de sobra conocida. Pero sus años como futbolista, sin embargo, parecían olvidados. Y no hay motivos: fue todo un campeón de Europa, aunque él lo disimulara. No se le pueden quitar las manchas a un leopardo. Tampoco olvidar que Michael Robinson fue mucho más que un hombre de la televisión, fue un delantero pícaro basado en su inseparable lema: good, better, best.
El Confidencial