Lamine hace cien

Todo el mundo sabe que le debemos a Picasso aquello de “la inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando”. Paul Valéry fue un poco más allá: “La inspiración es la hipótesis que reduce al autor al papel de un observador”. Ambas sentencias coinciden pues en el hecho sorprendente que la inspiración, por mucho que nos empeñamos en convocarla, llega cuando quiere. Aunque por momentos tengamos la sensación de que sostenemos sus riendas, y que la podemos hacer ir por allí donde queremos, de hecho, tiene agenda propia. Entra y sale de nuestras vidas de manera caprichosa, y de acuerdo a alineaciones de astros imprevisibles.
Lamine Yamal durante el Inter el pasado miércoles
Àlex GarciaUna de las joyas de la gran noche de Lamine Yamal, el miércoles en el Lluís Companys, en su partido número 100 con la camiseta del primer equipo del Barça, fue poder asistir a la confirmación de esta idea y, al mismo tiempo, a su desmentido. He revisado todas y cada una de sus intervenciones con pelota, en la primera parte del partido contra el Inter. He contado cuarenta y cuatro, en casi cuarenta y siete minutos de juego. Ni todas ellas están ejecutadas con la precisión que él querría ni, seguramente, todas sean decisiones indiscutibles. Pero la mayoría sí que lo son: buenas decisiones, perfectamente ejecutadas, demostrando, además, una muy generosa variedad de recursos. Pero lo mejor es que, al sumar las primeras diez, doce, quince intervenciones, ahora un control extraordinario, ahora un centro que no encuentra remate, ahora forzando un córner, una tras la otra, fue transmitiendo una fe en las propias posibilidades tan contagiosa que encendió a afición y compañeros, y fue encogiendo al adversario. Es en el minuto 23 con 43 segundos cuando, de espalda a la portería, se revuelve superando a Thuram, encara a Mkhitaryan, y con una finta hacia la izquierda, lo supera por la derecha, entra en el área, y ante tres defensores, encuentra una pequeña rendija para clavarla en el fondo de la red. En el 25 y medio hace un pase hacia atrás intranscendente. Pero en el 25m49s la vuelve a recibir en el vértice del área, encara a Dimarco, le hace una bicicleta para acceder a la línea de fondo, donde sortea atrás el tackle del defensor y chuta al travesaño. En tan solo dos minutos, cuando el equipo más lo necesitaba, marca el primer gol de la remontada y consolida la amenaza. De acuerdo, quizá la inspiración llega cuando quiere. Pero si con diecisiete años de edad, en tu partido número 100, con un 0-2 en el marcador de una semifinal de Liga de Campeones, la convocas y ella acude puntual a la cita, y te eleva obediente, para que lo revoluciones todo de un vuelo, en dos jugadas extraordinarias, exactamente cuando más la necesitabas, nos tendrás que permitir que pensemos que has dejado de ser una bonita promesa para convertirte en otra cosa.
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