Joel Roca: la ilusión llega de Camprodon

Todo apunta a que Joel Roca (Camprodon, 2005) deberá adaptarse rápido a los focos y el ruido del fútbol. A pasar de una vida anónima como la actual, en la que predomina la sencillez y la calma, a la presión y profesionalidad del deporte rey. El canterano del Girona, renovado en julio hasta el 2029, está llamando a la puerta del primer equipo y contra el Wolverhampton, en Montilivi, la abrió de par en par con una mayúscula carta de presentación: un golazo y, sobre todo, una gran actuación general con el MVP del partido, que le confirman como uno de los proyectos más ilusionantes.
Cuando el esférico se coló por la escuadra, en la 48.ª edición del Trofeu Costa Brava, sintió felicidad y una sensación de liberación. “Fue una demostración inicial de sus ganas por debutar y luego despuntar en Primera División”, cuenta el entorno del futbolista a La Vanguardia. El joven extremo izquierdo, de 20 años recién cumplidos, está al principio de su camino futbolístico o, según se mire, al final de una larga senda que inició cuando era un niño en Camprodon.
Roca, que pasó por La Masia y es el debutante más joven del Girona, cambió su mentalidad tras una lesión graveEl bucólico pueblo del Ripollès, cercano a Francia e icónico por su puente medieval sobre el río Ter, ha marcado su personalidad: inquieta pero tímida y tranquila. Ama la naturaleza, se siente cómodo rodeado de montañas y campos y, si es posible, siempre junto a los suyos. Su padre, David, coordina un centro de jardinería con trabajadores discapacitados; su madre, Alicia, es funcionaria en Figueres; y su hermana mayor, Matilda, son los pilares de su vida. También sus amigos de siempre, con los que Joel se escapa a algún sitio cada verano (este año al Puerto de Santa María) o pasa tiempo con ellos en el pueblo, su refugio cuando aparca el fútbol.
Pero con el balón se transforma. Se convierte en un jugador descarado e imprevisible, un incordio para el rival que no disminuye su voracidad en función de si delante está un equipo modesto o un grande. Sus primeros goles fueron en la escuela de fútbol de Camprodon, pero pronto, cuando era un benjamín, con nueve años, un ojeador del Barça lo reclutó para la Masia. De naturaleza rural, habituado a la libertad del campo, no se acostumbró ni a Barcelona ni a la vida más rígida en el centro de formación blaugrana, donde Joel llegó a pasarlo mal.
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Cerrada la etapa en el Barça y de vuelta a su pueblo con 14 años, el Girona le convenció para seguir su progresión en su residencia, más cerca de sus raíces. Sergi Mora, que era técnico en los equipos inferiores, y Albert Siria, director del fútbol formativo, fueron claves. La categoría de cadete se le quedó pequeña rápido y en el 2022, con 17 años, se convirtió ante el Celta en el debutante más joven en la historia del primer equipo blanc-i-vermell. Para entonces, el club ya le había proporcionado un piso en Girona, que compartió un tiempo con su hermana.Todo iba rodado, ya bajo del radar de Míchel sin excesivo esfuerzo. Pero antes del inicio de la temporada 2023-24, histórica a la postre, su progresión se frenó al romperse el cruzado anterior y el menisco externo de su rodilla izquierda. La lesión le hizo ver a Joel la volatilidad del fútbol, que pasó de ser un hobby a una profesión. Empezó a estar más atento a la alimentación, a las horas de sueño y a la preparación física. Antes apenas veía partidos. Ahora estudia a sus rivales.
Recuperado un año después, dejó el cobijo de Girona para hacer un máster de madurez con el Mirandés, en el que jugó cedido el pasado curso en Segunda. El catalán, que mezcló minutos saliendo desde el banquillo (25) con titularidades (18), aprendió orden, esfuerzo defensivo, ganó músculo y se adaptó a ser segunda punta, más lejos de la banda. Una experiencia positiva que cerca estuvo de culminar con el ascenso a Primera. En su primer año completo como profesional lejos de Girona (también de su Camprodon), no perdió su esencia: residió en Sajazarra, un pueblo rodeado de viñedos de poco más de 100 habitantes en La Rioja, a 15 km de Anduva.
Su buen rendimiento en Miranda de Ebro, donde dejó 6 goles, hizo que recibiera ofertas, tres de clubs españoles de Primera y dos franceses (Nantes y Estrasburgo). Pero Joel Roca, hincha blanc-i-vermell desde pequeño, cuyo sueños son ganar títulos en Montilivi y ser internacional, quería volver a Girona y tanto el director deportivo, Quique Cárcel, como Míchel también reclamaron su retorno. En una plantilla donde escasean los canteranos de relevancia y, por ahora, las caras nuevas, el de Camprodon se ha convertido en uno de los grandes alicientes para la parroquia 'gironina'.
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