Con ellos al fin del mundo

Con ellos al fin del mundo aunque el pase a la final se escapó por un suspiro. Con ellos adonde haga falta porque nadie daba un duro por ellos y han llegado hasta aquí, a un pasito de Munich. Con jugadores con los que nadie contaba. Con chicos que empiezan. Con hombres recuperados para la causa. Como en Milán.
Podían jugar Martín (Gerard) o Martínez (Iñigo) y lo hicieron los dos. Podía Flick sacrificar al lateral que hace un par de años se intentaba ganar la vida en el Cornellà y apostar por la veteranía improvisada. Pero el alemán, tenaz, decidió mantener su apuesta por Gerard en una plaza tan peliaguda como el Meazza, donde el colegiado, como así ocurrió, suele barrer para casa, donde el VAR hace lo propio en cada acción polémica y donde hay que jugar contra todo. Lo sufrió Gerard, al que Dumfries hizo falta en el 3-3. Ni una revisión. Ni una repetición decente. Indignante.
En un campo hostil, con un arbitraje fatal y con jugadores en los que nadie creía el pase quedó a un pasoExperto en inventarse jugadores casi de la nada o en rescatarlos cuando parecen perdidos la elección de Flick resultó un acierto pese a la eliminación. Como la de Eric Garcia. Un día central, otro pivote, otro lateral. Muchas veces suplente, alguna titular. Pero siempre aportando. En enero parecía más fuera que dentro del club, como cuando fue a Girona.
Pero se mantuvo para aportar. Nadie esperaba nada de Gerard Martín. Pocos aguardaban algo de Eric, como cuatro gatos tenían alguna esperanza en Raphinha hace diez meses. Y ambos, laterales suplentes en el once por culpa de las lesiones de Koundé y Balde, lideraron una reacción que se antojaba complejísima. Con sus centros el nieto de Paco y Antonia (Gerard) facilitó los dos goles seguidos del Barça. Con su tanto Eric recortó distancias y a punto estuvo de meter otro. Futbolistas que se ha sacado de la manga o que ha rehabilitado Flick.
Gerard Martín, que dio dos asistencias, terminó llorando
Antonio Calanni / Ap-LaPresseHa creado jugadores que se levantan, que no se rinden y que viven con ganas de aprender. A Gerard, cuentan los que le conocen de cerca, no le influyen las críticas en las redes sociales. Se las mira y pasa página. Le ha costado mucho llegar hasta aquí y vive el día a día con intensidad pero también con serenidad. Ni un tatuaje, apenas un degradado y desde hace poco en el pelo. Ni suele salir de fiesta. Gerard, que terminó llorando a lágrima viva, sigue siendo el mismo que conducía un Seat Toledo destartalado camino de la universidad.
Distinta senda pero también con curvas ha recorrido Eric. En Milán metió su cuarto tanto de la temporada. No sirvió para pasar pero con ellos se puede ir a por la Liga y al fin del mundo.
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