Senderismo en grava en la sabana de Kenia: un desafío para el autodescubrimiento y las habilidades de liderazgo.

La preparación duró varios meses. Daniel entrenó en etapas forzadas, de 12 a 15 horas semanales, con carreras largas, entrenamiento de fuerza específico, adaptación a la altitud y una dieta muy disciplinada. «La Migration Gravel Race no es una carrera para tomarse a la ligera: cada etapa es intensa y la recuperación es tan importante como el rendimiento», explica al final de su experiencia. Daniel Marburger es el director ejecutivo de StoneX Bullion, un fanático del ciclismo y listo para desafíos sobre dos ruedas como la Migration Gravel Race, considerada la «carrera de gravel más salvaje del mundo»: cuatro etapas en la sabana keniana, 650 kilómetros y 8000 metros de desnivel positivo, a través de la región de Masái Mara.
Una experiencia que, sin duda, no se improvisa: "Llevaba tiempo en mi lista de deseos. Es una de las carreras de gravel por etapas más remotas, hermosas y físicamente exigentes del mundo, y combina aventura, competición y experiencia cultural como pocos eventos. Para alguien como yo, que ama el ciclismo y poner a prueba sus límites, Kenia parecía el desafío definitivo". Daniel no es ajeno a estos desafíos para los fanáticos de las dos ruedas: compite regularmente en carreras en Europa y recientemente añadió África a su lista con eventos de resistencia como la Cape Epic en Sudáfrica tras la Rad Race en Alemania, buscando constantemente carreras que requieran esfuerzo físico y mental. Desde esta perspectiva, las carreras de gravel se han convertido en una pasión: "Son crudas, impredecibles y honestas".
La Carrera Gravel Migration puso a prueba la resistencia física y mental del mánager, quien dirige una de las mayores plataformas globales de compraventa de metales preciosos: «Fue más duro de lo que esperaba: brutal a nivel físico, pero también emocionalmente gratificante. Cruzar el Masái Mara, recorrer caminos de tierra roja, encontrarme con jirafas y cebras es algo que nunca olvidaré. Cada día era una mezcla de agotamiento y asombro. El terreno, la altitud, el calor: todo requería la máxima concentración». Las carreras de grava, por su propia naturaleza, son un desafío que va más allá de lo físico: «Cuando estás exhausto y aún te quedan 30 kilómetros de arena por delante, todo se reduce a la mente. Dividí las etapas en puntos de control mentales: nutrición adecuada, respiración, encontrar tu ritmo. Y, sinceramente, la camaradería entre los corredores ayudó mucho. Nunca estás realmente solo ahí fuera».
¿Qué aprendió de este desafío al límite de la resistencia? «Perspectiva. Me recordó que la incomodidad y la fatiga son temporales, mientras que el crecimiento es permanente. No se necesitan condiciones perfectas; se necesita compromiso. Regresé con un mayor aprecio por la simplicidad, por la naturaleza y por el poder de compartir pasiones y objetivos con los demás. Es una competencia, pero también un viaje de autodescubrimiento», testifica Daniel Marburger al regresar a casa y a la empresa.
Una experiencia deportiva personal que también se traduce en un momento de crecimiento profesional: «El ciclismo me estimula como pocas cosas en el mundo. Como alguien que tiene que tomar decisiones a diario, descubro que superar mis límites en la bici me ayuda a mantenerme mental y físicamente alerta, con los pies en la tierra. También es el momento en el que pienso con más claridad, sin teléfono, sin distracciones, prácticamente solo yo y la bici en plena naturaleza».
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