Menos mal que estaba "confundido". Sinner también llega a la final de Wimbledon.

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En el frenesí que suele rodear el interés por algo recién descubierto, algunos creían que Jannik Sinner estaba completamente desorientado tras su temprana derrota en Halle y la repentina marcha de dos miembros de su equipo. Si a esto le sumamos el precio de su derrota en la final de Roland Garros ante Carlos Alcaraz y la eterna polémica por no pagar impuestos en Italia (algo que Fabio Fognini, quien se retiró esta semana y ha sido elogiado por la prensa estos días solo por este debate fiscal), parecía que el número uno del mundo estaría allí por muy poco tiempo. Porque "ha vuelto a la realidad", y algunas derrotas duelen más que otras.

Pero Sinner, a quien algunos incluso han acusado de no saber divertirse lo suficiente (fue a visitar a sus padres a Sesto Pusteria durante unos días mientras Alcaraz se divertía en Ibiza), ha seguido entrenando mientras tanto, incluso aprovechando un poco de suerte en octavos de final contra un dominador Grigor Dimitrov. Y ahora está en la final de Wimbledon por primera vez, después de derrotar a Novak Djokovic en tres sets por quinta vez consecutiva . Es alguien que sigue jugando al tenis por el único placer de acumular victorias en Grand Slam. Como señaló Emma Raducanu en Londres, en cada torneo todos son perdedores y solo un ganador. En los últimos 18 meses, Sinner ha perdido nueve veces, cinco de ellas contra Alcaraz. El domingo será la segunda final de Grand Slam consecutiva entre ellos, y para Sinner la cuarta en la racha de Nueva York a Londres (con un descanso de tres meses de por medio). Nada mal para alguien "confuso".

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