Pablo Matera, a corazón abierto: "Los Pumas tienen hoy una mentalidad diferente: el equipo quiere ganar y confía en que la forma de ganar es seguir creciendo"

Existe un Pablo Matera distinto a ese que se ve gigantesco chocando y chocando cuerpo a cuerpo sin importar la mole que tenga enfrente y que este sábado cumplirá 110 partidos con Los Pumas. Es uno que hace milanesas o algún bife vuelta y vuelta en Japón para sortear cuestiones culinarias que a su pareja todavía le suenan demasiado exóticas aunque ya lleven más de tres años en ese país. Viven allí con sus dos hijos -Dartagnan y Akira- la mitad del año, lo que dura la temporada que lo tiene comprometido en el Honda Heat. El resto del año están en Argentina. O, mejor dicho, partiendo desde aquí a dónde lo lleve el itinerario de la Selección Argentina.
Le gustan los clásicos de rock de los 90 y principios de 2000. Los algoritmos de su Spotify podrían musicalizar FM Aspen y la música que escucha lo pinta maduro. El 18 de julio cumple 32 y por primera vez desde que está en Los Pumas se sintió añejo como un hit que se puede tararear desde el primer acorde. “Era el segundo más grande del grupo”, se sorprende sobre la gira por Dublín que terminó con el triunfo histórico ante los British & Irish Lions y lo remarca en una charla exclusiva con Clarín.
Es un tercera línea descomunal surgido por generación espontánea: cuando lo captó la Unión Argentina de Rugby (UAR) para su sistema de alto rendimiento, la estructura recién comenzaba su proceso hacia la profesionalización. Se formó en el amateurismo de Alumni y apenas jugó dos partidos en la Primera del equipo de Tortuguitas. Se forjó sobre la marcha: Leicester de Inglaterra, Jaguares, Stade de France, hasta ser una pieza clave y campeón en Crusaders, en el Super Rugby Pacific. Un fuera de serie.
A los 25 años fue elegido capitán de Los Pumas y poco después llegó el golpe. Alguien en la red cloacal de Twitter –ahora X, pero donde corren los mismos fluidos-, encontró lo que a los 18 años habían vertido Matera y sus compañeros de equipo Guido Petti y Santiago Socino: expresiones de profundo odio de clase y xenofobia. Fueron separados del plantel aunque más tarde la UAR levantó el castigo: no había rastros de una conducta semejante en el presente.
El estigma quedó en Matera, que no volvió a ser elegido capitán. Se equivocó, pagó y si la ovalada no se manchó, la capitanía sí. El mundo del rugby hace tiempo dio vuelta esa página que su reseña en Wikipedia menciona como controversias. Para el resto del mundo, depende. En un testeo inesperado en la cancha de Nueva Chicago el día en que el Torito le ganó 1 a 0 a Colón, la gente en Mataderos lo reconoció y salieron selfies con sabor a redención. ¿Qué hacía ahí? La visita sorpresa de un amigo neozelandés ávido de fútbol en medio del Mundial de Clubes, confluyó en un partido del Ascenso. Antes del comienzo oficial de la agenda 2025 de Los Pumas, el jugador en actividad con más partidos en el seleccionado repasó su recorrido y el presente del equipo nacional.
Pablo Matera, uno de los líderes de Los Pumas.
-¿Cómo es vivir en Japón?
-Es muy distinto a la Argentina. Todo el que va a Japón le llama la atención la cultura y muchas cosas son opuestas a la nuestras. Tiene cosas muy lindas. Mucha disciplina, mucho respeto, mucho respeto por los mayores. Mucho orden, en todo. Mis hijos van a la escuela allá y cuando volvió la primera semana, peló una mandarina en casa y apiló todas las cascaritas. Yo no era así. Se ve que allá los primeros años de escolaridad son totalmente ordenados, no tanto teoría académica. Y después venimos acá y nosotros somos más abiertos: no tardamos ni 10 minutos en darte un abrazo, contar un chiste, descontracturar... Así que extraño mucho, pero me gusta que mis hijos puedan vivir las dos cosas.
-¿Por qué elegiste ese país?
-Bueno, yo había ido con Jaguares, pero en el Mundial 2019 fue que conocí más. Me quedó muy marcada esa experiencia y me quedó la idea de vivir ahí en algún momento de mi vida. Mi mujer había hecho un viaje sola por Japón y había vuelto fascinada. Así que la charla era que en algún momento teníamos que hacerlo y, cuando yo estaba en Nueva Zelanda, se dio la oportunidad y no lo dudamos, porque jugar en Japón en muy complejo, hay cupos para jugadores internacionales y no es que podés ir en cualquier momento. Yo quería un club lo más familiar posible y no vivir en una ciudad grande. El Honda rugbisticamente está creciendo mucho y está lejos de Tokio... Es como vivir acá en Navarro o Lobos. No es un pueblo, pero es una ciudad más chica. Fue una decisión de familia, que nos encantó. Ya llevamos tres años, este va a ser el cuarto. Nos dio un poco de miedo, pero siempre supimos que mientras mis hijos fueran chicos iba a ser mejor la adaptación, que sacarlos de un colegio a los seis o siete años, con un grupo de amigos. Ahora estando en la Argentina, también nos damos cuenta de que no vamos a hacerlo mucho tiempo más.
-¿Hora de pegar la vuelta?
-De a poquito sí. Es una gran experiencia, pero no es el lugar en el que nos vemos mucho tiempo más.
Pablo Matera se abrió en una charla con Clarín.
-¿Te ves en Buenos Aires o en otra parte?
-Me veo en Argentina. No sé si en Buenos Aires. Nos gusta mucho el Sur. Mi mujer tiene su casa en Bariloche y vamos desde hace muchos años... Pero, bueno, el tiempo dirá.
-¿No pensás que resignaste en lo deportivo al elegir Japón?
-No, de hecho, hasta el día de hoy pienso si me gustaría volver a Francia, un rugby mucho más intenso. En Japón, en ese extremo respeto, los hinchas por ahí festejan un try del rival. Entonces pienso en Francia, pero son once de meses de competencia, yo ya jugué ese torneo y siento que no llegaba en las mejores condiciones físicas a la temporada internacional con Los Pumas. Así que siento que al resignar esa intensidad con la que se vive el rugby en Japón, encuentro que me permite estar viajando con Los Pumas y en mejores condiciones físicas. Así que hoy, que lo que más me importa es estar en Los Pumas, Japón es el mejor lugar.
-Pensando en ese primer cap y en los 110 que cumplís el sábado ¿Cómo eran y cómo son Los Pumas?
-Ayer lo hablaba con Kenny Lynn (el entrenador neozelandés asistente de Los Pumas) sobre lo que estamos haciendo este año, lo que hicimos el año pasado y lo que él ve de nosotros desde afuera. Le contaba que yo jugué con Felipe (Contepomi, el entrenador del Seleccionado) y desde ese día hasta hoy, tuve cinco head coaches diferentes y que más allá de las personalidades distintas de cada uno, cambió mucho el rugby. Yo me acuerdo que antes había mucho menos detalle e información en el plan de juego, en la estrategia. Era muy distinto. Hoy la forma de jugar al rugby cambió totalmente. Uno adentro de la cancha tiene un rol específico y dentro de ese rol específico, que no quiero llamar limitante, es como una tuerca que hace que funcione todo y no puede faltar. Antes, todo el mundo estaba tomando decisiones. ¿Vamos a jugar con los forwards o los tres cuartos? El canto por ahí era ese: ‘Vamos a jugar con los forwards ahora’, no había una estructura definida. Hoy los forwards tenemos cinco estructuras diferentes. Los backs, otras seis o siete... Hay mucho más detalle dentro del plan de juego. Creo que eso es lo que nos acercó y nos hace competirles a equipos mucho más estructurados, como pueden ser los equipos del Reino Unido, Nueva Zelanda, Sudáfrica, otros europeos, equipos que tienen muchos detalles y son potencia también físicamente. Hoy tenemos un nivel de detalle que le compite a cualquier plan de juego que propongan ellos y nuestro valor agregado es la pasión en el juego. Somos todavía un equipo con mucho potencial, pero yo veo en los últimos 12 años que estoy acá, es un crecimiento enorme. Principalmente en la preparación.
-¿Ese nivel de detalle sostenido explica el gran 2024 que dejó el ‘casi’ ganar o el ‘casi’ ser competitivo, por serlo?
- Sí, la verdad es que el año pasado fue muy bueno. Creo que lo único que podíamos hacer era retomar donde habíamos dejado: no es que es un año nuevo y empezamos de vuelta. Si lo que logramos el año pasado fue muy bueno, analizamos cómo estábamos en noviembre, en todas las áreas. Apuntamos a retomar donde habíamos dejado. ¿Cómo hacemos para arrancar desde acá el año? Creo que eso lo hicimos bien. Eso se vio la frente a Lions, más allá del resultado, más allá de que hayamos ganado, nosotros analizamos las distintas áreas del juego de ese partido y comparándolas con nuestro último partido en noviembre, son muy similares en número de scrum, de forma de juego. Creo que eso fue un crecimiento muy grande de poder juntarnos varios meses después y retomar el mismo lugar en el que dejamos al equipo el año anterior. Así que obviamente es un envión anímico espectacular haber ganado, haber tenido un buen primer partido, y ahora es un desafío enorme ante Inglaterra y decir nuevamente: lo de la semana pasada fue el piso y seguir buscando ser más fuertes.
-¿A dónde te lleva esa regularidad del equipo?
-Primero, a mejorar como equipo. Hubo una época en la que peleábamos hasta último momento, pero no ganábamos y nos conformábamos con haber dado todo y haber dejado todo en la cancha. Eso es algo que nunca se negocia, pero al fin de cuentas nos íbamos con las manos vacías. Hoy el equipo tiene una mentalidad diferente, quiere ganar y confía en que la forma de ganar es seguir creciendo. Lo ves en los que están acá hace un año, dos o tres: en el corto plazo tienen una mentalidad de mejorar todos los días. El foco de este equipo es el crecimiento constante.
Pablo Matera en uno de los entrenamientos de Los Pumas, antes del comienzo de la ventana de julio.
-¿Se la creen? ¿Piensan que puede ser campeones?
- Yo creo que los resultados te dan confianza y todos estamos con confianza. Y hemos tenido épocas en las cuales había un loco con confianza, después cinco, 10, 15... Yo creo que hoy es difícil estar en la cabeza de los jugadores, pero yo siento que cuando el equipo está en la cancha, veo que gran parte cree en lo que estamos haciendo.
-Llegaron los hijos, hay un Matera papá... ¿Ese rol te acercó en sensaciones al recuerdo de tu padre?
-Creo que sí. Me dio otra perspectiva de lo que mis viejos hicieron por mi. Uno se da cuenta cuando es padre, que lo único que importa son tus hijos. Yo entiendo más a mi padre, que no está más, pero sobre todo a mi vieja. Me hace sentir más agradecido por lo que hicieron por mi. Así que creo que no solamente es una etapa que disfruto muchísimo ser padre, sino que también me acerca a mis padres.
-¿Cómo llevás a tu viejo en el recuerdo a medida que vas creciendo?
-A mi viejo lo llevo presente todos los días. Nunca dejé de pensar en él. Es parte de mí, me enseñó todo. Hoy lo único que me da lástima es que no conozca a sus nietos, pero sí, lo llevo conmigo.
-¿Es verdad que no quería que jugaras al rugby por miedo a que lastimaras a otros?
-No sé si era tan así, pero un poco sí. Un poco sí. Él tuvo un accidente jugando al rugby cuando era chico. Era otro rugby, no el que se juega ahora. Era muy loco y cuando se volvió padre, se volvió muy cagón y con mucho miedo a que a mi me pasara una situación similar, lastimara a alguien. Era un deporte muy bruto. El rugby hoy tiene tantas reglas que si tocás una cabeza estás ocho semanas afuera. Pero, bueno, una de las cosas que me motiva a mi, era demostrarle que estaba equivocado. Igual hoy lo entiendo, pero a mí me da miedo todo con mis hijos. Hoy, cosas que yo hubiese hecho, a mí me da miedo que mis hijos la hagan... Esa sobreprotección que tienen todos los padres, ¿no?
-¿Pudiste pensar con esa cabeza aquellos tuits poco felices que escribiste en la adolescencia, cómo procesaste tu vida después de eso?
-Creo que hoy, mirando a futuro... Ojalá que cuando mi hijo esté en la adolescencia yo siga estando acá y lo voy a aconsejar. Voy a estar encima para que él no tenga que pasar por eso. Yo creo que si mi viejo hubiese estado me hubiese pegado una cachetada: ‘Qué es esa pelotudez que estás haciendo’. Y me hubiese enderezado en dos segundos. Hoy, Dios quiera, yo tenga la oportunidad de acompañar a mis hijos y si alguno se está yendo del camino, traerlo de vuelta.
Pablo Matera celebra la victoria ante los Lions en Dublín. Foto: AP
-Eso te quitó la capitanía...
-Pasado el tiempo, después de las disculpas, no volviste a ser designado capitán. Aunque ahora sos subcapitán, ¿no hay una condena ahí?
-Yo creo que con el tiempo, algo que me enseñó de estar acá, es que uno solo puede pensar en lo que uno controla. Yo dentro de lo que controlo, busco hacer lo mejor que pueda. Hay cosas que no controlo. La decisión que pueda tomar la institución o un entrenador o quien fuese, no depende cien por ciento de mi. Entonces no gastar energía ni frustración en eso. Obviamente en su momento fue algo que me dolió mucho, pero hoy es algo que entiendo. Entiendo que deben tener sus razones, que en su momento fue lo mejor para el equipo, para la institución o para quien fuese y lo respeto.
-¿No te mueve la aguja volver a ser capitán?
-No, para nada. También aprendí que ser capitán es un título. Y cuando arrancamos la charla, hablábamos de lo que yo podía transmitirles a los más jóvenes, a los pares, a mis compañeros, hoy en día no va a estar influenciado por el título que tenga en el equipo. La oportunidad de influenciar o de llegar a alguien, la tienen todas las personas, todos los días. No se necesita ningún título.
-Te sentís líder de todos modos, entonces...
-Dentro de la cancha, sí. Por supuesto, soy uno de los jugadores que está hace más tiempo y tengo esa responsabilidad.
-¿Son bichos los All Blacks? En el sentido 'bilardista' me refiero...
-No sé si los llamaría ‘bichos’.Son sumamente competitivos y van a buscar ganar siempre. Tienen un montón de experiencia en este deporte. Mucha más que nosotros. Juegan rugby profesional hace un montón de años, más que nosotros. Son el mejor equipo, por lo menos, de las últimas dos décadas. Después, que tienen sus mañas, seguro. ¿Pero quién no las tiene? Creo que esa experiencia que tienen la usan a su favor.
-Los All Blacks entienden más del juego que nosotros, por supuesto. Para empezar, el rugby es un deporte que se arbitra en inglés, nuestro idioma es el español. Ellos comprenden al árbitro más que nosotros, eso es lo más básico, si querés. Son profesionales hace muchísimo. Nosotros hace cinco años, no sé si saco bien la cuenta, no éramos profesionales. Pero nosotros nos estamos volviendo más fuertes.
-Te preguntaba si eran "bichos", porque alguna vez me contaron que el homenaje que le hicieron a Maradona fue más para dejarlos a ustedes en evidencia de que no tenían ninguno preparado que por el homenaje en sí...
-No sé. Es un punto de vista para analizar. Habría que preguntárselos alguna vez. No sé si tienen alguna estrategia afuera de la cancha para sacar algún tipo de ventaja. Quiero creer que no, elijo creer que no, pero creo que nunca lo vamos a saber.
Sam Cane, de los All Blacks, rinde homenaje Maradona mostrando una camiseta con el número 10. Foto: EFE
-¿Qué pasó? ¿Por qué no se les ocurrió un homenaje a Maradona?
-Creo que esto sucedió un jueves y nosotros jugamos un sábado. Cuando lo supimos, fue una noticia fuerte, que nos impactó mucho. Pero lo primero que se nos vino a la cabeza no fue: ‘Qué vamos a hacer al respecto’. Creo que los jugadores, también, estábamos pensando en qué hacer en el partido. Por ahí necesitábamos que, desde afuera, los dirigentes, organizaran o al menos nos dieran una sugerencia. Lo que se hizo es lo mejor que se pudo hacer. Hoy, mirando para atrás y viéndolo con el diario del lunes, y... me hubiese encantado hacer algo más.
-¿Hasta cuando te ves jugando a nivel profesional?
Antes decía 'año a año', ahora creo que es semana a semana. No quiero exagerar. Disfruto mucho lo que hago y me encanta. Hoy elijo estar acá. Elijo sacrificar cosas para estar acá. El año que viene se verá y así...
-¿No ponés el mojón después del Mundial?
-Me encantaría jugar el Mundial.
-¿No sentís que lo tenés asegurado?
-Falta un montonazo. Dos años en este deporte, que es brutal, puede pasar cualquier cosa. Y también estoy muy agradecido de estar sano, pero en dos años ojalá también lo esté y tenga las condiciones físicas para jugarlo.
Matera, en el Mundial 2023.
-¿Cómo pensás que te van a recordar después del retiro?
-No sé cómo me va a recordar hacia fuera. Sinceramente, creo que va a haber de todo, opiniones distintas. Sí, me gustaría que mis pares, mis compañeros de equipo me recuerden como una persona en la que siempre pudieron confiar y que lo que vivimos dentro de la cancha, va más allá de una formación: acá pasamos mucho tiempo juntos, vivimos muchas cosas. Se vive fuertemente todo.
-¿Te imaginás dentro del rugby o haciendo cualquier otra cosa?
-No sé. No me imagino dentro del rugby siendo otra cosa que no sea como jugador.
Clarin