Mirra Andreeva, la joya rusa pulida en la Costa Azul francesa que a los 17 años ganó su primer WTA y no sabe qué hará con el premio de 600.000 dólares
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Mirra Andreeva lleva un par de temporadas haciendo de la suyas en el circuito más importante del tenis femenino. Talento ruso pulido en la Costa Azul de Francia, en 2023 pasó de ganar el título junior del Australian Open a sorprender sobre el polvo de ladrillo de Madrid a una finalista de Grand Slam y a dos top 20, en la semana de su 16° cumpleaños. Esa fue su carta de presentación ante el mundo de la raqueta, que enseguida la encumbró como una futura número 1. Y tras un 2024 de gran evolución, dio un golpe de efecto el fin de semana en Dubai, donde levantó su primer trofeo en un WTA 1000, se aseguró el ascenso al top 10 y rompió varios récords de precocidad, entre ellos uno que la dejó a la par de una de sus compatriotas más exitosas.
En su camino al título en Dubai, Andreeva derrotó en segunda ronda a la checa Marketa Voundrousova, que conquistó el título de Wimbledon en 2023; en cuartos, a la polaca Iga Swiatek, dueña de cinco Majors; y en semis, a la kazaja Elena Rybakina, ganadora en el All England en 2022. Y con 17 años y nueve meses, se convirtió en la tenista más joven en vencer a tres campeonas de Grand Slam en un mismo certamen desde que lo hiciera Maria Sharapova en las WTA Finals de 2004.
En ese certamen, la ex número uno, por entonces de 17 años y seis meses y ganadora ese año de Wimbledon, superó en el round robin a Svetlana Kuznetsova, que había conquistado meses antes el US Open; en semis, a Anastasia Myskina, que se había coronado en Roland Garros; y en la final a Serena Williams, quien ya tenía en sus vitrinas seis de sus 23 "grandes".
Gracias a su victoria en la final del torneo árabe ante la danesa Clara Tauson, Andreeva se llevó un premio de 600 mil dólares, que no sabe en qué gastará. "Todavía no sé que quiero. Ahora pienso en el premio y siento que tengo todo lo que siempre quise y soy feliz", afirmó. Además cosechó mil puntos para el ranking, que le permitieron escalar cinco posiciones en el ranking, del 14° al noveno escalón, para debutar en el top 10. Y se transformó en la jugadora de menor edad en meterse en esa elite desde la checa Nicole Vaidisova, que tenía 17 años y casi cuatro meses cuando lo consiguió en agosto de 2006.
La rusa es también la campeona más joven de un WTA 1000 desde la introducción de la categoría en 2009 y la segunda adolescente en conquistar un título de singles en Dubai desde el nacimiento del torneo en 1993. El primero fue Rafael Nadal, en 2006, con 19 años.
"Esto es increíble. Me había puesto como objetivo llegar al top 10 antes del final del año y ya lo conseguí en febrero", afirmó Andreeva. Y, ambiciosa, se puso una nueva meta: "Cuanto más alto es tu ranking, más lento se vuelve el ascenso porque la diferencia de puntos es muy, muy pequeña. Va a ser muy difícil meterme entre las mejores cinco, pero eso es lo que me voy a proponer para el resto de la temporada. Me da mucha curiosidad ver si lo lograré".
Oriunda de Krasnoyarsk, comenzó a jugar al tenis a los seis años y tras una breve mudanza a Sochi, terminó instalándose en Cannes, donde todavía vive junto a su hermana Erika, también tenista, para entrenar en la academia de Jean René Lisnard y Jean Christophe Faurel. Llegó a ser número uno del mundo junior a fines de mayo de 2023, poco después de aquella impresionante actuación en Madrid, en la que llegó a octavos de final con triunfos frente a Leyla Fernández, finalista del US Open 2021, la brasileña Beatriz Haddad Maia, 14° del ranking, y la polaca Magda Linette, 19°.
El año pasado dio un salto de calidad. Hizo octavos en Australia, donde venció en su segundo partido a Ons Jabeur (6ª); llegó a semifinales en Roland Garros, al superar a Aryna Sabalenka, por entonces dos de la WTA; conquistó su primer título en el 250 de Iasi, Rumania; y se colgó la plata olímpica en el dobles femenino de París 2024 junto a Diana Shnaider.
Su crecimiento en los últimos años fue vertiginoso. A principios de 2022 aún no había jugado ningún torneo WTA. Arrancó el 2023 en el 293° puesto del ranking. A fines del año pasado, ya entrenada por Conchita Martínez, estaba entre las 20 mejores. Y ahora rompió la barrera del top 10. Y su tenis no deja de asombrar: juega muy suelta, sólida desde el fondo pero moviéndose muy bien en la cancha, con un revés ganador y un juego agresivo, que aún puede mejorar mucho.
"Cuando arranca el partido no tengo nada en la cabeza. Con Conchita hablamos de táctica, pero muchas veces no me acuerdo nada de lo planeado cuando salgo a la cancha. Entonces solo me centro en jugar", aseguró. Y reconoció que a veces, siente la presión de las expectativas: "Intento no pensar lo que se dice de mí aunque a veces lo pienso porque no puedo controlar mis pensamientos. Hay días que siento que no soy lo suficientemente buena para estar acá. Intento visualizar mis partidos en los entrenamientos y eso me ayuda a mejorar".
Andreeva, igual, es mucho más que una gran tenista. Es una adolescente carismática, que ya se ganó a los fanáticos con su desparpajo a la hora de enfrentar los micrófonos y con una personalidad efervescente y extrovertida.
La rusa, representada por IMG y con Nike y Wilson como grandes patrocinadores, no tuvo problemas en contar que su mamá Raisa, que viaja con ella por el mundo, todavía se encarga de trenzarle el pelo antes de cada match. Que suele jugar al tenis de mesa con Erika, tres años mayor y 91ª del mundo, y los partidos a veces terminan en una típica pelea de hermanas. Y que es bastante supersticiosa. "A veces, si voy ganando en un mismo torneo, lavo mi ropa después de todos los partidos porque quiero utilizar la misma al día siguiente. O voy al mismo restaurante todos los días a la misma hora", confesó.
Alguna vez aseguró, con tono bromista, que si Novak Djokovic lleva ganados 24 Grand Slams, ella quiere conquistar 25. Y también protagonizó alguna polémica, como en Wimbledon 2023, cuando fue multada por tirar varias veces su raqueta en el encuentro que perdió con Madison Keys y se fue de la cancha sin saludar al umpire.
Tras su consagración en Dubai, contó que tuvo dos leyendas del deporte como inspiración durante la semana. El suizo Roger Federer y su victoria en la final de Australia 2017 ante Nadal. "Estuve mirando ese partido y pensaba 'Dios... ¿cómo puede jugar tan bien?' Es algo extraordinario", comentó. Y el estadounidense LeBron James, estrella de los Lakers de la NBA, del que tomó un consejo simple pero difícil de seguir. "He escuchado muchas entrevistas a LeBron en las que dice que es muy fácil jugar bien cuando todo sale bien, pero lo que te hace un campeón es dar lo más cuando no te sientes bien. Eso intenté hacer en la final. No me sentí bien en la cancha, pero elegí estar al 100 por ciento mentalmente, luchar por cada punto y olvidarme de los errores para estar lista para el siguiente punto", aseguró.
Y antes de despedirse del torneo árabe, hizo una divertida promesa, que espera cumplir pronto. "Siempre veo a los campeones festejar los títulos bebiendo champagne. Yo no puedo porque todavía no tengo 18 años. Cuando los cumpla, en abril, y gane un torneo, sí me van a ver en la conferencia con una copa de champagne. Por ahora, voy a seguir celebrando con gaseosa dietética", dijo, entre risas.
Clarin