El Madrid corrige su error: se busca creador de juego (argentino) que ayude al músculo a ganar
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Hubo una época no demasiado lejana en la que el Real Madrid estaba plagado de mediapuntas. Ese jugador talentoso, con buena pierna, excelente regate y gran capacidad para ver ese último pase entre líneas, era la marca clara del estilo del equipo blanco pero, por necesidades del guion, muchos de ellos estaban obligados a jugar en una posición diferente para encajar en el once inicial. Ahora, solo unos años después, el Madrid trata de corregir su rumbo por su ausencia.
Sin ir más lejos, en la temporada 2020-21, los blancos tenían a jugadores como Isco o Hazard, que podían desempeñar a la perfección ese papel, amén de otros como Asensio, Vinícius o Rodrygo que eran carne de banda, pero podían jugar por detrás del delantero. Y, por si fuera poco, el Madrid tenía cedidos a otros como Odegaard, Kubo, Brahim, Bale o Reinier. Es decir, sobreabundancia de un perfil que, unas temporadas después, no se ve en exceso dentro del equipo.
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Con el cambio de esquema de los últimos años al 4-3-3, el medio del campo era ocupado por futbolistas de un perfil distinto, con mayor capacidad de distribución y eminentemente creadores de juego. Y al Madrid no le fue mal, hasta que a Toni Kroos y Luka Modric se les agotó la gasolina. Se ha visto esta temporada que, sin un futbolista capaz de empastar la salida de balón con el ataque, por muy buenos goleadores que tengas, el equipo se rompe y sufre en la zona defensiva.
Hay un eminente cambio de paradigma en el medio blanco, donde se ha dejado de lado al jugador talentoso por otros más físicos. Pero ni Eduardo Camavinga, ni Aurélien Tchoauméni, ni Fede Valverde han logrado dotar de calidad a esas transiciones defensa-ataque. Solo algunos chispazos de Dani Ceballos o de Arda Güler, cuando han jugado centrados, despertaron brotes verdes en el Madrid. Pero es insuficiente para, a largo plazo, pelear contra los grandes los tres títulos de caza mayor.
Es por esa razón por la que el Madrid se ha lanzado a la busca y captura de mediocentro ofensivo que le dé al equipo lo que, durante todo el pasado curso, no ha tenido. Esa imagen de Vitinha comenzando la jugada en su área y acabando con el pase de gol a Doué en el tercer tanto del PSG en la final de la Champions es lo que necesita el equipo: un jugón que quiera el balón, que no le queme, que organice al equipo con la pelota y, sobre todo, que conecte líneas con sus pases.
Ahí es donde ha empezado el casting del Madrid, donde han sonado nombres como el del propio portugués, Nicolò Barella, Tijjani Reijnders, Florian Wirtz, Angelo Stiller o los dos que más peso comienzan a tener: Franco Mastantuono y Nico Paz. Los dos son jóvenes, argentinos, futbolistas a los que le gusta el manejo del balón y con una calidad contrastada pese a su edad. Uno, gusta mucho; el otro, es de la casa y solo había que repescarlo. Y el Madrid no pierde el foco en ambos.
Viendo la plantilla actual del Madrid, amén de ese 3-2-4-1 con el que Xabi Alonso suele jugar, la pieza clave con la que aún no cuenta es uno de esos enganches de ataque. Es claro que una de esas posiciones la ocupará Jude Bellingham, pero no existe otro perfil puro que juegue en esa demarcación. Y, por lo demostrado este año, el inglés no es un jugador que destaque en la conexión entre líneas y sí en los metros finales, especialmente en la llegada al ataque desde atrás.
Con Álvaro Carreras a punto de caer para reforzar la banda izquierda, el siguiente movimiento del Madrid se cerrará en la medular. El conjunto blanco necesita sí o sí un jugador que quiera dirigir al equipo con el balón en los pies. Güler puede ser una gran opción también, pero necesita partidos para adaptarse a la perfección a esa nueva demarcación sobre el césped. Y el Madrid ha puesto a Argentina en el mapa: Mastantuono o Nico, esa es la cuestión. Parece que, si llega uno, el otro no lo hará.
El Confidencial